UNA NEGRA EN LA HISTORIA CONTEMPORANEA
Raza,
género, clase, prisión: siete décadas de lucha y teoría de Ángela Davis
Resumen Latinoamericano/El
Desconcierto/ 18 de Julio 2016 .-
La necesidad de entender las
historias en forma colectiva y global han marcado la trayectoria teórica y
política de Angela Davis, quien este lunes dictará una clase magistral sobre
los movimientos sociales y la lucha por justicia en todo el planeta.
“Queremos el fin
inmediato de la brutalidad policial y el asesinato de negros, otra gente de
color y todos los oprimidos al interior de los Estados Unidos” decía el
Programa de los 10 Puntos del Partido Panteras Negras en octubre de 1966. El
documento incluía también la redistribución de la propiedad reconociendo
la explotación a los esclavos, el pleno empleo; vivienda, salud y educación
dignas y más. A cincuenta años del Programa, la académica, miembro del Partido
Comunista, públicamente lesbiana desde 1997, activista y ex miembro de las
Panteras Negras Angela Yvonne Davis visita Chile.
Davis viene en el
marco del “10° Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y
Política “eX-céntrico: Disidencias, soberanías, performance” que organizan
la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones y el Departamento de Teatro de
la Universidad de Chile y la Universidad de Nueva York. Davis también se
encuentra promocionando sus últimos libros, “La libertad es una lucha
constante: Ferguson, Palestina y las bases de un movimiento”(Haymarket
Books, 2016); “¿Están obsoletas las prisiones?” y “Democracia de la abolición” (2003 y 2005,
editados en español por Trotta). Además del encuentro, su estadía incluirá una
visita a la población Angela Davis –“La Angela en la Angela”, organizado por el
Grupo de Estudios Feministas El Poder de la Mujer y la Subversión de la
Comunidad- bautizada en su honor en 1972, manteniendo el nombre pese a los
intentos de la dictadura este domingo 17.
Su charla
magistral se titula “De la abolición carcelaria a #BlackLivesMatter:
Movimientos sociales y la lucha global por la justicia” y la mención a la
plataforma Black Lives Matter (Las vidas negras importan) llega en un momento
álgido. El 7 de julio pasado Alicia Garza, co fundadora del movimiento, declaró
a la televisión “estamos en contra de que nuestra gente sea
asesinada en las calles (…) Black Lives Matter no está sólo preocupada por la
policía. La indiferencia, la falta de respeto y de dignidad de las vidas negras
atraviesan la estructura de la sociedad”. Sus declaraciones se
dieron en medio de un estado de conmoción nacional por el asesinato de cinco
policías en medio de una marcha de Black Lives Matter en Dallas, convocada en
repudio por las muertes de Alton Sterling y Philando Castile a manos de la
policía en la ciudad. A su vez, quien disparó fue Micah Xavier Johnson, un
afroamericano de 25 años y veterano de la guerra en Afganistán, que murió
acorralado en un departamento luego de que la policía enviara un robot-bomba,
para no arriesgar a más oficiales.
“La mejor manera de
recordar el 50º aniversario de los Panteras Negras este año es reconociendo que
hoy necesitamos movimientos que reflejen los cambios sucedidos en esos 50 años,
especialmente el auge de nuevas tecnologías de comunicación, la vasta
influencia de las redes sociales y la agudización de las contradicciones de
riqueza y pobreza”, ha declarado Ángela Davis, elogiando al movimiento Black Lives Matter.
Sobre el legado de
las Panteras Negras, que fue una de sus militancias más visibles junto con
el Partido Comunista estadounidense -del que fue dos veces candidata a la
presidencia en los años ‘80- Davis ha reivindicado la potencia histórica. “Tendemos a mirar atrás hacia los ‘60 y mirar las luchas y
objetivos de una forma relativamente estática. El hecho es que logramos
triunfos importantes y esos triunfos son visibles hasta el día de hoy. Por
ejemplo, el número de programas de estudios afroamericanos que hay en las
universidades hoy. Esos cambios institucionales son inconcebibles fuera del
desarrollo del que fueron parte las Panteras Negras y otras organizaciones”,
analizó hace unos años.
La presencia en la academia marcó la
vida de la doctora Davis. Luego de regresar a Estados Unidos enseñó en la
Universidad de California, haciendo su tesis al alero del marxista Herbert
Marcuse. Allí formó parte de la efervescencia estudiantil de esos años, y fue
acusada en 1970 de ingresar una pistola a la cárcel de San Quintín para el
Pantera Negra George Jackson. Fue parte del listado de los diez más buscados
del FBI en 1970 y pasó dos años presa, hasta 1972. En la época, el gobernador
republicano de California declaró que “ella nunca más enseñaría en una
universidad”. Era Ronald Reagan y se equivocó. No sólo volvió a la UCLA, sino
que en los últimos veinte años ha enseñado en los cincuenta estados de EE.UU,
África, Europa, el caribe y la Unión Soviética. Es como académica que vuelve
hoy a Chile, luego de su último viaje en 1972, cuando vino invitada por la
Central Unitaria de Trabajadores luego de ser liberada de la prisión.
“Si se observan los
10 puntos del programa de las Panteras Negras, notas que los mismos asuntos que
eran levantados luego del fin de la esclavitud están en el centro de un
programa que fue formulado en 1966”, señaló Angela Davis a Ebony.com en
enero. “En 2008, cuando Barack Obama fue electo, esos asuntos no se habían
conversado y ciertamente no se habían resuelto, por lo que la elección de una
persona para este cargo no iba a revertir automáticamente una historia de
opresión económica inspirada en el racismo. Esto no significa que la elección
de Obama no es importante, pero esas luchas continúan”, agregó. Y,
precisamente, serían luchas como la anticarcelaria, por la dignidad de los
migrantes, contra el racismo de Estados Unidos, las que han surgido dentro de
la era Obama: “han emergido en el espacio
contradictorio creado por el hecho de una presidencia negra y la aparente
incapacidad de esa presidencia para llevar a cabo ningún gran cambio respecto a
la persistencia del racismo”, opinó Davis en El País.
El feminismo y Angela Davis: miradas
específicas para una lectura colectiva
En su último libro
se insiste en una premisa: nuestras historias no se desarrollan
individualmente. Es una idea que la ha acompañado por años, la misma que la
llevó, por ejemplo, a constatar las tensiones entre el movimiento de liberación
negro y el feminismo en el contexto de la lucha por los derechos civiles en los
‘70 y ‘80. En su libro “Mujeres, raza, clase” de
1980 enunció que “el punto de partida para cualquier
exploración sobre las vidas de las mujeres negras bajo la esclavitud sería una
valoración de su papel como trabajadoras”, respondiendo al
ideal delicado de la dueña de casa blanca de clase media.
“Durante un período
importante en el movimiento de liberación de la mujer, uno de los problemas
principales era la tendencia a asumir que las mujeres blancas de clase media
eran el modelo más típico de mujer y ello excluía a las de clase trabajadora, a
las mujeres negras, a las nativas americanas y a las latinas. Pero por supuesto
ha cambiado. Fue una crítica a un movimiento emergente a finales de los ‘60 y
principios de los ‘70. Algunos de estos problemas continuaron durante mucho
tiempo, pero las activistas feministas y las estudiantes conocen estas críticas
e intentan afrontarlas, con más o menos éxito”, declaró en 2005
con una mirada retrospectiva.
Efectivamente, la necesidad de pensar
las distintas problemáticas articulando vectores de las matrices de dominación
como raza, género, clase fue retomada. Uno de los conceptos más populares hoy
entre los distintos feminismos (comunitarios, queer, trans, latinoamericanos,
autónomos del estado, lésbicos, chicanos y más) es el de interseccionalidad,
entendiendo que distintos vectores de opresión y de privilegio crean
variaciones tanto en las formas como en la intensidad en la que las personas
experimentan la opresión. Así, el diálogo se da hoy más desde una diversidad de
miradas parciales y no en una pretensión de universalidad que por años
invisibilizó a aquellas que no eran mujeres heterosexuales, educadas y blancas
de la teoría y acción feminista.
Migraciones, conflictos y el complejo
industrial-carcelario
La prisión es una experiencia que
marcó a Angela Davis junto a toda la generación de activistas para la que el
FBI creó una unidad especial (la COINTELPRO). Y si bien sigue activa en la
lucha por la liberación de los presos políticos (en enero estuvo en España
intentando visitar a Arnaldo Otegui en el País Vasco y es una de las voceras de
la BDS, la iniciativa de Boicot, Desinversiones y Sanciones al estado de
Israel) su producción del último tiempo se enfoca en lo que denomina como el
complejo industrial carcelario y sus efectos globales.
La conferencia de Davis llega a un
momento especial en Chile en el que se discuten reformas a las leyes de
seguridad como la Agenda Corta Antidelincuencia, mientras que los organismos
privativos de libertad como el SENAME hacen crisis. Así, mientras hace poco
días la ministra Blanco reveló que 185 niños a cargo de la institución han
muerto desde 2005, la cifra en las cárceles de adultos permanece invisible: 558
personas privadas de libertad han muerto sólo entre 2011 y 2014. En el análisis
de los abolicionistas de la prisión, no hay reforma posible: se debe
desmantelar el sistema y reconstruir la justicia penal y los sistemas
policiales.
Así, la abolición
de la prisión representa un movimiento más complejo que el cierre de las
cárceles. Para Angela Davis “el complejo industrial
carcelario consiste en una serie de relaciones entre cárceles, policía,
empresas, medios y el Gobierno”, que tendría una presencia global.
En sus últimos tres libros la académica establece una línea de continuidad
entre la esclavitud y la situación penitenciaria actual, citando los estudios
de la también académica y activista Michelle Alexander, cuyas cifras
dicen que hay más hombres negros en prisión bajo control de la
justicia criminal de los que había esclavizados en 1850. La
mayor parte de esa explosión se dio entre los años ‘70 y hoy, en medio de la
“guerra contra las drogas”: la población en manos del
sistema penal en EE.UU pasó de 300 mil a fines de los ’70 a 2.3 millones de
personas hoy.
Para Davis, además,
el complejo industrial carcelario da elementos para el análisis de la llamada
“crisis migratoria” en Europa. “Debería reconocerse que los
refugiados de África siguen las mismas rutas del comercio de esclavos.
Ciertamente, Europa está experimentando ahora los resultados de una larga
historia de esclavitud y colonización”, declaró en enero.
Su charla del
martes a las 15:30, que será transmitida vía streaming por la
Universidad de Chile, tratará de eso: la lucha global por justicia. En febrero,
consultada por revista Ebony sobre cuál es el nervio central de su libro
“Ferguson, Palestina y las bases de un movimiento”, respondió señalando que “estoy muy interesada en que los militantes por la
liberación de los negros tomen en cuenta que nuestras luchas nunca habrían
logrado la universalidad que tienen hoy sin la solidaridad que existió en
África, Asia, Latinoamérica, Europa y Oceanía. Nuestras luchas son globales: es
importante incorporar una visión global dentro de nosotros y en los espacios de
disputa”.
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